lunes, 25 de octubre de 2010

Capitulo 2: El paisaje



Mirando hacia abajo el paisaje se limita a escalones de mármol, y el pensamiento se detiene en su limpieza. La falta de vida puede provoca esta pulcritud. El silencio absorbe y amordaza. Se cierran los ojos y todo se detiene en el recuerdo. Una mirada hacia atrás, una mirada insoportable o indiferente. ¿Qué significado tendrá subir? No siento pánico a pesar de llevar un tiempo indefinido. La serenidad se parece al cansancio. Realmente estoy cansada. Mis piernas van notando el peso de la subida.


Y la serenidad
peldaño a peldaño
sin amapolas.

viernes, 15 de octubre de 2010

La Escalera - Capitulo 1 - El tren

Capitulo I – El tren

Compartíamos asientos grises matizados de rojo. El tren transitaba pausadamente sin detenerse en ninguna estación. Me acompañaba una mujer anciana, con un pañuelo en la cabeza, y en su sonrisa le faltaban dientes. Me detuve a mirar sus ojos que desprendían un vaho dulce que aún permanece cerca. El caso es que no reconocía aquellos paisajes que no me pertenecían. Los árboles estaban quemados y la tierra negra, el cielo era de un intenso azul.

El tren se detuvo, y me dispuse a bajar, la estación era una simple pared interminable con escaleras. Antes de empezar la subida pensé un momento que me había equivocado pero al mirar atrás el tren partió y me encontré con aquella mujer sin nombre que permanece a mis pensamientos. Nunca la volví a ver, pues sigo subiendo escaleras. No puedo comprender porque no hay un camino de retorno a mi lugar de origen, a mi pueblo, a mi mundo. Pero no importa la vida esta llena de contratiempos, este debe de ser uno de ellos. Creo que han pasado más de tres meses en ese túnel sin final. Cuando me aburro, cuento peldaños: un, dos, tres, cien, mil. Y vuelvo a empezar. Algunas veces me imagino que mirando hacia arriba encontraré el mar, y otras veces me acompaña una sonrisa como una música, que nunca tendrá nombre pero que esta en mí.


En el andén
todo es silencio
menos mis pasos.

sábado, 9 de octubre de 2010

La escalera. Capitulo 11

Capitulo 11:


He abierto los ojos porque algo me molestaba. Es un punto de luz que sale de una rendija de la pared. Un sol diminuto. Me acerco, lo miro de lado y se vislumbra el polvo que gravita: Pequeñas manchas sobre la claridad. Me repliego entrelazando los brazos por debajo de las rodillas. Y permanezco largo rato. Mi mano se acerca al haz y abierta gravita también, como un pájaro herido absorbe el alimento, la claridad. Allí está empujando y relajándose. Jugando a tener alas, volando despacio, girando, convulsionando sus dedos. Y al traspasar el rayo sobre la palma de la mano, se vuelve de un color rojizo perfecto. Y sus arrugas como ríos agrietados que se esparcen cobran protagonismo. “Mama me decía mi niño, que manos tan arrugadas tienes” y yo lo miraba en su sonrisa y en su verdad. Las manos de mi niño eran dulces y pequeñas como palomas. Yo las atrapaba formando un nido y las levantaba hacia mis labios para besarlas. Era un gesto tremendamente silencioso y en él había siempre una plegaría para su bienestar y el mío. Eran sus manos vulnerables y sensibles como su ternura… Se acerca a mi pecho poderosamente un fino dolor. Entre la luz y la memoria hay un espacio tan diminuto. Y además duele. Detrás del rayo hay una rendija, casi un agujero. Acerco mi ojo que se siente herido. Allá tan lejos esta todo y no hay nada. Observo con desesperación aprecio que allí tampoco hay nada. Nada. Yo y mi cuerpo como carne inútil, mi mano y mis recuerdos como moribundos.




El silencio
las manos entre la luz
y los pájaros