Capitulo I – El tren
Compartíamos asientos grises matizados de rojo. El tren transitaba pausadamente sin detenerse en ninguna estación. Me acompañaba una mujer anciana, con un pañuelo en la cabeza, y en su sonrisa le faltaban dientes. Me detuve a mirar sus ojos que desprendían un vaho dulce que aún permanece cerca. El caso es que no reconocía aquellos paisajes que no me pertenecían. Los árboles estaban quemados y la tierra negra, el cielo era de un intenso azul.
El tren se detuvo, y me dispuse a bajar, la estación era una simple pared interminable con escaleras. Antes de empezar la subida pensé un momento que me había equivocado pero al mirar atrás el tren partió y me encontré con aquella mujer sin nombre que permanece a mis pensamientos. Nunca la volví a ver, pues sigo subiendo escaleras. No puedo comprender porque no hay un camino de retorno a mi lugar de origen, a mi pueblo, a mi mundo. Pero no importa la vida esta llena de contratiempos, este debe de ser uno de ellos. Creo que han pasado más de tres meses en ese túnel sin final. Cuando me aburro, cuento peldaños: un, dos, tres, cien, mil. Y vuelvo a empezar. Algunas veces me imagino que mirando hacia arriba encontraré el mar, y otras veces me acompaña una sonrisa como una música, que nunca tendrá nombre pero que esta en mí.
En el andén
todo es silencio
menos mis pasos.